En esta oportunidad tenemos el privilegio de escuchar de un matrimonio joven venezolano — Alejandro y Andrea Hernández sobre el tema de ASISTENCIA y SERVICIOS.
Durante este tiempo de pandemia hemos observado a muchos creyentes tristes y desanimados debido a que no pueden “asistir” a la iglesia. Muchos están a la espera de que nuevamente puedan abrir los locales para volver a seguir asistiendo a la iglesia. Eso nos ha dejado pensativos: ¿Por qué nuestra mente se limita tanto y no vemos más allá? En las Escrituras podemos ver que Jesús nos anima a servir buscando a los perdidos, atendiendo a huérfanos, extendiendo asistencia a las viudas, los enfermos, los presos, la gente de la calle y demás. Se nos hace que a veces nuestra mentalidad está ligada a la idea de “asistencia a los servicios” que dando servicio de asistencia en el nombre de Jesús. Nuestra terminología y el significado tradicional de ella puede ser confusa. Esta situación de la pandemia nos presenta una nueva perspectiva y oportunidad para romper las barreras del local e ir por quienes tanto necesitan del evangelio.
Cuando existe un verdadero enfoque bíblico, una buena instrucción y entendimiento en cuanto al discipulado y el propósito de la iglesia, podemos caminar libremente desarrollándonos bien como cuerpo, haciendo la voluntad del Señor sirviendo y asistiendo a los que no le conocen. No sabemos cuándo cambie esta situación de aislamiento, pero lo que sí debería estar cambiando son nuestras mentes y corazones en cuanto a cómo debería ser nuestro servicio y nuestra asistencia.
En estos últimos días hemos pensado mucho en nuestras propias necesidades y cómo resguardarnos de este virus, sin pensar en aquellos que no tienen nada, ni siquiera esperanza. Dios nos ha estado poniendo algunos retos y enseñándonos. En la segunda carta a Timoteo, el Apóstol Pablo dijo: “Nosotros podemos estar encerrados o encadenados pero la palabra de Dios nunca podrá estarlo.”
Es por ello que aún desde casa podemos aprovechar al máximo los días orando, meditando en las Escrituras, y a la vez, realizando un mejor servicio como el que Jesús nos enseñó.
Esta pandemia puede prolongarse, pero a la vez, Dios puede darnos estrategias para seguir sirviéndole. Ahora que estamos en esta situación reconozcamos que no hemos servido como se debe, además probablemente no hemos tenido una buena preparación para aprovechar las oportunidades que se nos presentan. De nuevo pensando en Pablo, el apóstol, fue encerrado varias veces y en cada situación, encontró cómo aprovechar el tiempo. ¡Creemos que nosotros también podemos aprender!
Mientras estamos a la espera de que todo afuera vuelva a ser como antes podemos llamar, escribir, usar la tecnología como puente para muchas cosas que antes no pensamos. Los perdidos siguen en necesidad de Dios y en necesidad de un servicio de asistencia provisto por nosotros su cuerpo.
Aprovechemos este tiempo para evaluar nuestros valores y principios. Esto nos recuerda las palabras que encontramos en el capítulo once en el último párrafo de la página 325, del libro Las Lágrimas en el Camino de Mileto.
Hermanos, cuando hablamos de servicio, no estamos hablando de predicaciones, de dirigir cultos y cosas por el estilo. Más bien, estamos hablando del ministerio relacionado a un principio encontrado en Mateo 25:37-40, ministerio con los necesitados, los hambrientos, la gente perdida, desesperada y que está sufriendo; los enfermos, presos y abandonados; los huérfanos, viudas, etc. Dentro de la congregación estamos hablando del servicio que está ligado al fundamento de Filipenses 2:1-4. Hasta Pablo y Bernabé fueron exhortados a recordar siempre a los necesitados, cosa que Pablo había procurado hacer con mucho cuidado como parte de su ministerio (Gálatas 2:8-10).
Dios los bendiga.
Alejandro y Andrea Hernandez
Misioneros con SADI – Venezuela