Estamos dando gracias a Dios por tu vida, por todos y cada uno de ustedes que están convencidos y decididos a invertir a los propósitos eternos de Dios. Cada uno de ustedes que recibe estas REFLEXIONES, por diferentes razones, se ha convertido en parte de una familia cada vez más grande, un equipo internacional, unido en parte por los valores que nuestro hermano Pablo exhortó a los filipenses: “…viviendo todos en armonía, unidos por un mismo amor, por un mismo espíritu y por un mismo propósito. No haciendo nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad, y cada uno considerando a los demás como mejores que uno mismo. Ninguno buscando únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros.” (Filipenses 2:2-4)
Durante las próximas cuatro semanas revisaremos cuatro puntos básicos que son importantes respecto a la iglesia y su liderazgo. El texto viene del libro que la mayoría de ustedes ya han leído: Las Lágrimas en el Camino de Mileto. Esperamos que sea de estímulo, ánimo y refrescante para cada uno de nosotros. Que Dios los bendiga. ¡ANIMO!
Para ustedes que están en algún puesto de dirigente, o los que desean servir como dirigente, pastor, anciano o líder, estos puntos revelarán mucho sobre tus valores y perspectivas en cuanto al liderazgo y servicio.
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Primera de una serie de cuatro breves reflexiones:
Primero: Los líderes no son en realidad líderes si no están llevando a los demás hacia su máximo potencial. Tampoco son líderes los que sólo exhortan o mandan a los demás a trabajar pero ellos no ponen el ejemplo trabajando. Los líderes son los que dan un ejemplo que ayuda e inspira a los demás. Los líderes verdaderos son los que inspiran, sirven, instruyen, aconsejan, ayudan, animan y edifican a los hermanos. Son los que invierten en el desarrollo de los demás, en sus capacidades y dones, además de animar y preocuparse por ellos.