Hace un par de días estábamos reflexionando sobre los muchos amigos que hemos conocido a lo largo de los años en el campo misionero entre las etnias. Damos gracias a Dios por cada uno. Sus grandes e importantes contribuciones han servido para impactar vidas para la eternidad, vidas que, sin el tiempo, los sacrificios y el trabajo dedicado de estos misioneros nunca habrían sido alcanzados.
Al estar reflexionando sobre algunos de ellos, queremos hacer mención de una familia en particular que nos hizo meditar en unas cualidades sumamente importantes y fundamentales para todo obrero de Dios. A esta pareja la conocemos hace más de 40 años. Quizás nunca ganará un premio por ser la más rápida y talentosa en el aprendizaje del idioma indígena. Esta pareja ha luchado con muchos retos, pruebas y dificultades a lo largo de los años. Su fidelidad en la obra ha sido digna de reconocimiento.
Aunque su fidelidad ha sido ejemplar, es más bien una serie de características sobresalientes en el centro de su fidelidad, no sólo el haber sido fieles, lo que ha marcado profundamente la vida de aquellos a quienes han servido a lo largo de estas más de cuatro décadas. ¡Ser fiel es una cosa, pero ser fiel en lo más excelente y sobresaliente es otra!
Son estas características sobresalientes en las vidas de estos amigos que brindan un gran desafío para los misioneros nuevos, para aquellos que han estado por años en el campo, y también para los que están contemplando el servicio misionero transcultural (u otro ministerio). Hay tres cualidades en las vidas de esta pareja que se destacan de manera prominente: su fe, su esperanza y su amor.
Al estar reflexionando sobre estos queridos amigos y cómo estas cualidades en sus vidas los han ayudado a sobrellevar la obra a través de muchas tormentas y tiempos difíciles, me trajo de vuelta unos temas en los que hemos estado enfocando con nuestros equipos durante los últimos meses: el tema del avivamiento espiritual, el del amor y el de la gratitud.
Estos enfoques: el avivamiento, el amor y la gratitud (la gratitud como motivación) están inseparablemente relacionados.
Apocalipsis 2:1-5 en parte nos habla y nos reta en cuanto a un amor que se había disminuido y que necesitaba ser reavivado.
Pero tengo una cosa contra ti: que ya no tienes el mismo amor que al principio. Por eso, recuerda de dónde has caído, vuélvete a Dios y haz otra vez lo que hacías al principio. (Apocalipsis 2:4-5a)
Luego, en 1 Corintios capítulo 13, de manera clara y a la vez sencilla, define qué es el amor.
¡Tómate un par de minutos para leer estos dos pasajes familiares!
¡A través de esta REFLEXIÓN queremos compartir el siguiente desafío con ustedes, nuestros amigos y consiervos!
1. Identifica al menos un área de tu vida, tu liderazgo o tu trabajo pastoral en la que puedas mejorar significativamente.
2. Lea 1 Corintios 13 y Apocalipsis 2:1-5 con cuidado y autoanálisis todos los días durante el próximo mes y, al mismo tiempo, reflexione sobre aquellas áreas de tu vida, liderazgo o trabajo pastoral que hayas identificado como necesitadas de atención y avivamiento. ¡A ver si después de un mes, no hemos ganado perspectivas y convicciones renovadas!
Hay muchas cosas en nuestras vidas y/o ministerios que pueden ser “buenas”, pero que en realidad no son tan importantes ni prioritarias, cosas que consumen mucho tiempo y energía. Por otro lado, hay otras cosas que son realmente importantes, que están relacionadas con los propósitos eternos y prioritarios de Dios, pero que no reciben la atención, los esfuerzos y el enfoque que merecen. Son estas áreas donde debemos poner nuestra atención, dedicación y tiempo. Sin embargo, por más excelentes que sean nuestros enfoques, los esfuerzos son totalmente inútiles si no son impulsados por el amor.
El amor y la gratitud son parientes. Los dos están íntimamente relacionados entre sí. TODOS los obreros de Dios deben ser conocidos tanto por el amor como también por su gratitud a Dios. La raíz de ambos se encuentra en nuestras perspectivas de quién es Dios, quiénes éramos nosotros antes de conocerle, y quiénes somos ahora en Cristo.
Hemos estado meditando sobre estos temas últimamente. Hay pocas cosas que resisten la prueba del tiempo, solamente existen tres en este contexto que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor; pero la más importante de las tres es el amor.
Que cada uno de nosotros seamos refrescados en “ese mismo amor que tuvimos al principio”, y sigamos creciendo cada día, juntos ejercitando el amor con agradecimiento ante nuestro gran y eterno Dios.
Tres cosas hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor; pero la más importante de las tres es el amor.
Rick y Eunice