DOS CAMINOS DISTINTOS DE FE

En nuestra REFLEXIÓN más reciente, repasamos brevemente cómo a lo largo de las Escrituras vemos el desarrollo de dos CAMINOS QUE LLEGAN CERCA DE JESÚS, dos caminos muy distintos. Hoy volvamos a Génesis y analicemos un texto en particular, junto con sus implicaciones con respecto al establecimiento de estos  DOS CAMINOS DISTINTOS DE FE que mencionamos en la REFLEXIÓN pasada.

Génesis 4:3-5

Pasó el tiempo, y un día Caín llevó al Señor una ofrenda del producto de su cosecha. También Abel llevó al Señor las primeras y mejores crías de sus ovejas. El Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda, por lo que Caín se enojó muchísimo y puso muy mala cara. 


Aquí encontramos a Caín y Abel, ambos firmes creyentes en Dios, ambos delante Dios para presentarle ofrendas, y ambos con el deseo de ser aceptados por Dios.

¡No se molesten porque dijimos que tanto Caín como Abel eran firmes creyentes! ¡Puede ser tentador ignorar o negar la fe de Caín debido a su actitud!   Aunque, como veremos, la fe de Caín sí fue descalificada por no ser “fe a la manera de Dios”, ¡de ninguna manera podemos decir que no tenía fe!  ¡Todo lo contrario!  Podemos ver claramente a Caín como un hombre de gran fe, aunque si, su fe era una fe ligada a la religiosidad (es decir, una fe relacionada con obras egocéntricas). Cabe añadir que no fue Abel quien primero se acercó al altar, sino Caín.


Como se repite a lo largo de las Escrituras, y también se repite para recordar a quienes trabajan en los diferentes círculos ministeriales: “Más importante que la Palabra es el propósito y el significado del mensaje”.  Aquí, en Génesis 4, este punto queda más claro. Caín como también su ofrenda fueron rechazados simplemente porque Caín había rechazado el significado y el propósito de Dios en cuanto a una ofrenda aceptable.

Por otro lado, vemos a Abel. La actitud de Abel fue completamente opuesta a la de su hermano. El texto nos dice que tanto Abel como también su ofrenda fueron aceptados, mientras que Caín y la ofrenda suya no.  En ambos casos, la forma de pensar y la comprensión del significado y el propósito de la ofrenda que cada uno presentó a Dios expusieron claramente la actitud del corazón del hombre que la ofrecía.  Al mismo tiempo, la fe de cada uno se expuso desde una perspectiva totalmente diferente. 

Por esta razón, solemos decir que en realidad el hombre no se salva por la fe,,,,, a menos que esa fe sea “a la manera de Dios”. Hebreos 11:4 explica por qué Abel fue declarado justo y sus ofrendas aceptadas (Por fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio mejor que el que ofreció Caín, y por eso Dios lo declaró justo y le aceptó sus ofrendas. Así que, aunque Abel está muerto, sigue hablando por medio de su fe.).  A la vez, nos ayuda a comprender el significado más profundo de Hebreos 12:1-2a (Por eso, nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe, dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante.  Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona).


Caín y Abel representan los dos caminos que llegan cerca de Jesús; representan la diferencia entre la religión y la fe verdadera, la diferencia entre el camino del hombre y el de Dios, entre los esfuerzos inútiles del ego por ganarse la gracia de Dios y la perfecta provisión de la gracia de Dios en Jesús.

Estos principios no solo se relacionan con nuestra vida, nuestros valores y pensamientos como nacidos-de-nuevo, sino que también son fundamentales en lo QUE hacemos y, a veces aún más importante, en CÓMO lo hacemos en nuestros esfuerzos por alcanzar a los demás (evangelismo, enseñanza, ministerio, etc.).

Con esta breve REFLEXIÓN, queremos incluir un par de páginas de Las Lágrimas en el Camino de Mileto (páginas 183-185), las secciones tituladas: ¿Una decisión o un nacer de nuevo?, y La fe de Caín y la fe de Abel.  Esta lectura se relaciona con la fe verdadera, la aceptación ante Dios y el tema de las decisiones.


¡Que Dios nos rete, anime y bendiga ahora mismo a cada uno de nosotros a través de Su Palabra y esta breve REFLEXIÓN!  Dios los bendiga!!!

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Las Lágrimas en el Camino de Mileto. Páginas 183-185 

¿Una decisión o un nacer de nuevo?

Mucho evangelismo de hoy pone su énfasis en “una decisión” para recibir a Jesús. ¡Pero cuántos han “tomado una decisión” sin experimentar un nuevo nacimiento! Si leemos con cuidado y entendimiento Juan 2:22 al 3:16, veremos que en ningún momento Jesús buscaba que la gente tomara “una decisión”, como  es   costumbre  hoy. Al contrario, en la última parte de Juan capítulo 2, dice que muchos creyeron en él al ver las señales milagrosas que hacía. Pero Jesús no confiaba en ellos. Jesús conocía el corazón de la gente y sabía que estaban interesados en los milagros que hacía, pero no en el significado y propósito de ellos. La gente creyó en Él, pero su “fe” no era una fe relacionada a la salvación.

Aquí hay un principio que no debemos descuidar. Hermanos, no se dejen llevar por el tradicionalismo por más popular que éste sea. Es mejor ser sabios y realistas, que necios y populares. Muchos grupos evangelísticos e iglesias buscan, por cualquier medio, que la gente “crea en Jesús” para luego “tomar su decisión” de recibir a Jesús en su corazoncito. Pero no toda fe es fe salvadora.

La fe de Caín y la fe de Abel

Esto lo vemos desde el principio. En el capítulo 4 de Génesis, vemos uno de los primeros ejemplos. “Pasó el tiempo, y un día Caín llevó al Señor una ofrenda del producto de su cosecha. También Abel llevó al  Señor las primeras y mejores crías de sus ovejas.   El Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda…” ¿Lo ven? Desde el principio, hay una relación entre la fe del hombre y en cómo esa fe está demostrada.

Caín creía en Dios. Pero la manera en que creía revelaba que no creía en el propósito de Dios. Su “fe” no era a la manera de Dios. De nuevo vemos, que más importante que la Palabra, es el significado de ella. Piensen bien en este punto. Verán y entenderán muchas cosas.

Cuando Caín es rechazado por Dios, se enoja muchísimo y pone muy mala cara. ¿Cuál es la diferencia entre la fe de Caín y la fe de Abel?  Los dos creían en Dios. Pero Caín creía a su propia manera mientras que Abel creía a la manera de Dios.  Este principio se desarrolla a lo largo de todas las Escrituras. No por creer en Jesús uno  necesariamente es salvo. Uno tiene que entender   que hay diferentes formas de cómo se utiliza el término “creer”.

Santiago 2:19 lo expone de esta manera, “Tú crees que hay un solo Dios, y en esto haces bien; pero los demonios también lo creen, y tiemblan de miedo”. Hoy día es demasiado común ver el evangelismo enfocado en sólo sacar una declaración de  consentimiento o conformidad de la gente en que Jesús es el Señor o que murió por sus pecados, pero una conformidad no relacionada con los propósitos de Dios y el significado de Su Palabra.