En todo ministerio espiritual genuino es esencial que los obreros estén conscientes de la condición y necesidad espiritual de su gente, y también de sus propias vidas
Ayer un hermano, me compartió sobre una situación que le dejó con el corazón partido. Este individuo es el director de un ministerio internacional, el cual está tratando con una situación difícil y vergonzosa. Varios hermanos en la iglesia y el ministerio “perdieron su norte” en cuanto a sus valores y propósitos. Lo que empezó siendo un servicio genuino entre hermanos terminó en un “huerto de espinos” (Mateo 13:22). Hubo un desvío de principios, fundamentos y valores eternos y lo que llenó el vacío fue la vanidad y mundanalidad. Con profunda tristeza mi amigo me dijo que al discernir la condición espiritual de estos hermanos ya era muy tarde. Se habían cerrado a escuchar consejo y dirección de los demás, habían perdido su norte.
Durante estos días he estado meditando en el capítulo 6 de Mateo; este trata principalmente con el asunto de “dónde está nuestro corazón”. Una parte habla específicamente sobre las perspectivas en cuanto a lo material. La mayordomía es sumamente importante en todo, pero hay una gran diferencia entre la buena administración y el afán. Debemos discernir la condición y la necesidad espiritual en los que nos rodean y en nosotros; si hay algo fuera de orden entonces debemos retomar nuestro norte. En la última parte del capítulo 6 de Mateo, Jesús nos deja con una exhortación: buscar primero el reino de Dios y Su justicia, y todo lo demás, (las demás cosas que necesitamos, serán añadidas).
No podemos profundizar demasiado en este pasaje y en todas sus implicaciones (Mateo 6:33), tampoco hay necesidad de hacerlo. El capítulo 6, trata principalmente con la cuestión de “dónde está nuestro corazón”. Este se relaciona con la condición espiritual del hombre. Si las cosas no están alineadas con los propósitos eternos del Director Celestial, entonces debemos retomar nuestro norte. El buscar primeramente el reino de Dios implica esfuerzo, atención, enfoque, valor, importancia, dirección, prioridad y más, ¡incluyendo la gratitud por lo provisto!
Seguimos viviendo en este mundo y con responsabilidades en el, pero debemos buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia. Hay una promesa para el que lo hace. Es demasiado fácil perdernos “entre los espinos” y ser ahogados por las muchas preocupaciones y afanes. Si el hombre de Dios se enreda en esas cosas, bien puede seguir aprendiendo de la Palabra intelectualmente, creciendo y eso, pero su condición espiritual tendrá consecuencias. El mensaje de Dios se quedará ahogado y no lo dejará dar fruto en su vida. El único remedio es volver a las sombras del altar de Romanos 12:1-2 y retomar su norte eterno.
Queridos amigos y hermanos, lo que me compartió mi amigo me hizo sentir la tristeza que estaba cargando. Ustedes que son líderes, pastores, o responsables en algún ministerio han visto cosas parecidas.
Damos gracias a Dios por sus vidas nuestros queridos hermanos y por los buenos ministerios que están llevando a cabo. Por medio de esta reflexión queremos animarles a evaluar la condición y necesidad espiritual de su gente, y también de su propia vida.
La siguiente porción sacada del libro Las Lágrimas en el Camino de Mileto se relaciona con el mismo tema cuando hay situaciones en la iglesia o hasta en el liderazgo.
Dios los bendiga. Son apreciados y valorados.
Rick y Eunice Johnson
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Las Lágrimas en el Camino de Mileto, páginas 340-342:
La semilla sembrada entre los espinos
Este puede ser un problema para cualquier hermano en la congregación. No es fácil tratar con las perspectivas relacionadas al materialismo. Podemos aprender mucho de los textos ya mencionados de Mateo capítulo 13 en cuanto a la semilla sembrada entre los espinos. En la parábola del sembrador de este mismo capítulo, se darán cuenta de que de las primeras tres tierras mencionadas (en el camino duro, entre las piedras, y entre los espinos), no produjeron ninguna cosecha. En las primeras dos tierras ni siquiera creció la semilla. La semilla sembrada entre los espinos es la única semilla que brotó y siguió creciendo, pero sin dar ningún fruto.
Mediten en esta situación, pues cuando encontramos hermanos en medio de la congregación, enredados y ahogados por estos “espinos”, hay dos problemas. El primero es el problema personal del hermano enredado en un sistema de valores que no le trae ninguna bendición real. El segundo es que los valores relacionados a sus preocupaciones exageradas en cuanto a los negocios de este mundo y su amor por las riquezas, afectarán de manera negativa a los demás. Hermanos, si llegan a tener una persona de éstas en el liderazgo de la congregación, entonces tendrán un problema adicional. Ya que en el seno del mismo liderazgo, el mensaje quedará ahogado y eso no dejará dar fruto en ellos.
El “liderazgo” de cualquier hermano materialista, o que se enfoca y se preocupa demasiado por estas cosas, es un “liderazgo” desaprobado delante de Dios e inútil. Sus intereses no estarán en el bien de los demás, quizás tampoco en el bien de su propia familia, sino en la ilusión de lo material. Ser responsable y buen mayordomo es una cosa, ser consumido por lo material es otra.
Hemos visto hermanos inmaduros que proclaman orgullosamente que son responsables. Hacen todo lo posible “para ser responsables y suplir para sus familias”. Sus hijos andan bien vestidos. La familia tiene siempre más y más comodidad, cosas nuevas, ropa nueva, etc. Todo parece tan bonito por fuera. Pero hemos trabajado con sus hijos. Jóvenes amargados, decepcionados y resentidos. Sus papás les han dado todo lo material, pero no les han dado amor, ejemplo, dirección y buena instrucción.
Hermanos, hay mucho detrás de las apariencias. Ser responsable y buen mayordomo es una cosa, ser consumido por lo material es otra. El padre que no puede distinguir entre la provisión material y la provisión emocional, espiritual y moral es un padre que necesita urgentemente una buena orientación.
Cuando un hermano con este tipo de conducta lo introduce al interior del liderazgo de la iglesia, terminará por afectar a todos. Si en el liderazgo hay hermanos materialistas, el resultado será una carga pesada sobre la iglesia, y como un parásito, infectará y debilitará a toda la congregación.