Saludos a todos nuestros amados hermanos que reciben estas REFLEXIONES. En esta oportunidad queremos compartir con ustedes lo que para nosotros es un motivo de alegría en lo que Dios está haciendo en Venezuela para alcanzar a las etnias.
Hace unas semanas dos congregaciones de la ciudad de Maracaibo,Venezuela llegamos a firmar un acuerdo de alianza por medio del cual hemos convenido juntar todos nuestros esfuerzos para poder alcanzar a una de las etnias de nuestro país. Esta etnia de la que hablamos está ubicada en uno de los lugares más recónditos de nuestra geografía.
Eso implica muchos retos, sobre todo por las grandes distancias que se necesitan recorrer para llegar a donde estamos desarrollando el ministerio, sobre todo por la realidad difícil que estamos viviendo como país en cuanto a poder transportarnos. Aun en nuestra ciudad, estas cosas presentan un gran reto debido a la escasez de combustible y los pocos medios de transporte que quedan.
A pesar de eso, gracias a Dios hay otras dos congregaciones más unidas por el mismo convenio. Estamos comprometidos a hacer todo lo que sea necesario para lograr llevar el mensaje de la Palabra de Dios en el idioma de este grupo y teniendo todo en su contexto cultural. A pesar de toda esa situación en nuestro país, Dios nos está dando un alto sentido de compromiso y responsabilidad con los fines antes mencionados y vemos también cómo el Señor sigue dando Su provisión para todo.
Damos gracias a Dios que nuestras congregaciones pueden funcionar en equipo para la obra misionera transcultural.
A continuación, compartimos una copia del compromiso de adopción de la etnia (La cual no podemos nombrar aquí, además recordamos las palabras de nuestros hermanos Ricardo y Eunice en cuanto a este tema en el libro Las Lágrimas en el Camino de Mileto páginas 431 a la 434. Nos hacen ver lo importante de estar unidos en pro de los no alcanzados.
Alfredo y Audia Hernández
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La obra misionera – un esfuerzo de equipo
Hay una variedad de enfoques misioneros. Nuestra orientación en particular ha sido hacia las etnias, específicamente los grupos indígenas no alcanzados. Desde hace más de 40 años hemos tenido miembros de nuestra congregación (San Diego) entrenados y preparados para la obra transcultural. Nuestro propio trabajo ha compartido las normas y valores de esta misión, eso sumado al ejemplo y tradición de discipulado de nuestra iglesia.
La iglesia ha tenido grandes éxitos trabajando en campos sumamente difíciles en las selvas de países de Suramérica, Nueva Guinea, Indonesia, Filipinas y África entre otros. Hay iglesias establecidas y discípulos de Cristo donde antes había canibalismo. La Palabra ha sido traducida y está siendo enseñada por indígenas quienes hace tiempo ni siquiera habían visto la letra escrita, mucho menos sabían leer. Estos logros no fueron alcanzados por la iglesia trabajando de manera aislada. Por muchos años ha mantenido una relación estrecha con cierta misión transcultural. De hecho, ahora, por décadas de experiencia de varios de nuestros misioneros que han terminado obras alrededor del mundo, algunos están entrenando a nuevos candidatos que están capacitándose para ir al campo.
La obra misionera es de la iglesia. No es de ninguna misión u organización ministerial. La mayoría entienden bien este principio. Sin embargo, algunas iglesias cometen un grave error al pensar que pueden llevar a cabo una obra transcultural con sólo sus propios recursos, experiencia y orientación. Esta mentalidad revela inmadurez, orgullo y hasta necedad en cuanto a lo que implica realmente la obra misionera. Son muy, pero muy pocas las congregaciones que tienen la capacidad, infraestructura, conocimientos y red de apoyo necesarios para poder preparar, capacitar, equipar y sostener a un equipo misionero en ultramar.
El candidato a misionero necesitará no sólo una preparación bíblica, sino una preparación bíblica edificada dentro de un contexto transcultural y estratégico para la obra. Además, necesitará preparación en fonética, lingüística, alfabetización, técnicas para aprender y analizar culturas e idiomas extraños; principios de traducción, orientación cultural relacionada a la preparación de lecciones bíblicas; principios para la plantación y desarrollo de iglesias autóctonas y autónomas, entre otros requerimientos. ¿Cuántas congregaciones tienen los conocimientos, experiencia y capacidades en todas estas disciplinas?
Aún si tuviera una iglesia la manera de preparar adecuadamente a sus misioneros en todas estas disciplinas, ¿Hay alguna iglesia que tenga los equipos y recursos necesarios para proveer asesoría, consultoría, dirección y discipulado a los misioneros en el campo, a lo largo de 20 a 30 años?
Debemos ser sabios y entender que la obra misionera es un esfuerzo de equipo. El equipo empieza con la iglesia, pero implica cooperación y trabajo con grupos especializados en misiones transculturales. Vivimos en un “tiempo de microondas”, café instantáneo, sopa instantánea, todo instantáneo. Pero en cuanto al discipulado, el desarrollo de cualquier individuo y la formación de una iglesia lleva tiempo, especialmente cuando involucra el aprendizaje de un idioma y una cultura extraña. Demasiadas iglesias tienen un entendimiento exageradamente deficiente en cuanto a lo que es y lo que implica un trabajo transcultural serio.