“LA CASA DONDE SE ENSEÑA LA PALABRA”

El joven que no conocíamos llegó tocando la puerta.  Cuando abrimos, se nos quedó mirando a los ojos un momento antes de preguntarnos – “¿Es esta la casa donde se enseña la Palabra?

Bueno, esta pregunta es parte de una historia en la continuación y el desarrollo del discipulado que hemos recibido en nuestra congregación en una ciudad de Venezuela.  Quizás algunos de ustedes han leído un poco acerca de nuestra iglesia en el libro De Entre Las Tumbas.  

Soy miembro de esa misma congregación venezolana donde nuestros pastores, a pesar de las restricciones, dificultades y retos relacionados con el Coronavirus, nos han animado a todos a seguir sirviendo a Dios de manera responsable, tomando las precauciones recomendadas, pero sin dejar de ser luz para nuestro Dios en nuestras comunidades.

Nuestros ovejeros siempre han enfatizado la importancia del discipulado, pues sin el discipulado, lo que llamamos “iglesia” termina siendo solamente un lugar donde los creyentes asisten a reuniones y cultos, pero no viven como el cuerpo funcional de Cristo. Esto me hace pensar en algunas porciones del “libro”  Las Lágrimas en el Camino de Mileto que describen perfectamente nuestro enfoque como iglesia del Señor: “Dentro de las reuniones y fuera de ellas, todos los hermanos deben estar funcionando”. “La segunda función de la iglesia es la labor intensa y difícil de hacer discípulos de otras gentes, de las que hoy ni siquiera son creyentes”. (Páginas 162 y 165)

Entonces, con el ánimo, dirección y apoyo de los dirigentes de nuestra iglesia, nos quedamos pensando cómo podríamos compartir el Mensaje de Dios con las personas de nuestra comunidad.  Muchos en Venezuela están sufriendo, ahora más que nunca, por las necesidades, la incertidumbre, la desesperación y los temores.  Mucha gente está buscando respuestas a las preguntas más fundamentales de la vida. 

Así que, con nuestra nación en estricta cuarentena, empezamos a explorar cómo servir, ministrar y compartir con algunos de nuestros vecinos.  ¡Todo empezó con la organización de los estudios cronológicos con un solo muchacho que se mostró nada interesado!  Cuando iniciamos las charlas de introducción, el joven nos hizo entender que, como él exclamó – “Solo estaré cinco minutos”.  

Rápidamente corrió la voz de lo que estábamos haciendo y fue creciendo el grupo de jóvenes de la comunidad.  Fue entonces que un día, llegó el muchacho tocando a la puerta y preguntando si esta era la casa donde se enseña la Palabra.

Al iniciar los estudios, planteamos al grupo que hay un mensaje en el libro que nosotros llamamos “Biblia” y que si nunca hubieran dedicado un tiempo para escuchar el mensaje, estaríamos dispuestos a compartir el relato con ellos. Aclaramos que como en cualquier historia lógica, lo haríamos desde el principio. 

A partir de esa misma semana empezamos a reunirnos de lunes a viernes, cada noche, por una hora.  El muchacho que en la introducción había dicho que “solo estaría cinco minutos” era el primero que llegaba cada noche y que animaba a los demás.  ¡Después de escuchar las primeras pláticas, los jóvenes exigían mayor tiempo en la historia, así que el estudio aumentó a tres horas diarias! Así fuimos avanzando, de lunes a viernes, tres horas diarias, repasando la historia de Dios desde la creación hasta la redención hecha por nuestro Libertador y Esperanza.

A medida que íbamos avanzando en el relato, ellos se asombraban más y más. No podían creer lo que la Biblia contenía, una historia tan reveladora y práctica.  En las primeras charlas escuchamos comentarios como el siguiente: 

“Wow, no puede ser… ¿Cómo es posible tanto amor por parte de Dios?, Ahora entiendo que todo está en la Biblia; quién nos creó, para qué, por qué….de verdad no sabía que allí explica todo eso, la Biblia tiene que ver con nosotros.”

También sucedió, que cuando estábamos terminando el relato de Jesús en el Nuevo Testamento, uno de los jóvenes exclamó, diciendo: 

“¡Hey… ya lo entiendo!  ¡Todo lo que vimos en el Antiguo Testamento eran sombras para hacernos entender el significado y el propósito de Dios revelado en el Nuevo Testamento. Dios nos prometió un Libertador en el Antiguo Testamento y lo cumplió en el Nuevo: es Jesús, nuestro Libertador, nuestra Esperanza!”

Estos jóvenes escucharon con toda atención mientras fuimos avanzando en la historia.  ¡Pero no solo oyeron la historia sino que también entendieron el significado de ella, y en el proceso se encontraban confiando en el Libertador!  Ahora cada uno de ellos están confiando plenamente en nuestro Señor Jesucristo y lo que hizo a su favor como pago por sus pecados.  Están seguros de que al morir irán al cielo con Dios y que como exclamó uno de ellos “¡Ahora soy amigo de Dios, el Creador del cielo y la tierra!”.  Estos muchachos ahora son nuestra nueva familia, caras que veremos en el cielo. 

Fuimos diseñados para eso hermanos, para el discipulado. A veces empieza compartiendo el Evangelio con los que no lo conocen, dando esperanza y vida a través de Él, teniendo presente que debemos seguir con el discipulado integral. Es un proceso de largo plazo pero es el camino de nuestro llamado y propósito. Cumplamos con nuestro diseño, es lo que Dios espera que hagamos ¡ÁNIMO!  

María Pacheco

Maturín, Venezuela