DOS IDENTIFICACIONES, UN DÍA ESPECIAL

Nuestra iglesia en Tijuana, México ha continuado con sus ministerios y reuniones. Sin embargo, durante los últimos meses se decidió reunirse como iglesia en grupos pequeños en las casas de diferentes hermanos. Este domingo fue un día especial, el recordatorio de dos milagros en el Antiguo Testamento y su significado lo vivimos hoy. ¡Dos identificaciones, un día especial! 

     El primer milagro fue el de la Pascua (Éxodo 12). Esta fue la liberación de Israel de la esclavitud y la culminación de los tres componentes relacionados con la salvación: la fe, el sacrificio y la sangre de un Inocente a favor del culpable. Este gran evento presagió lo que vendría con Jesús, la Gran Transición. Fue ese día cuando Jesús miró a sus discípulos y expresó cuán profundamente había anticipado compartir esa Cena de Pascua con ellos mientras se preparaba para convertirse en nuestro Inocente de la Pascua Eterna (Lucas 22:15). Esto es lo que nosotros llamamos ahora — “Celebrar la Cena del Señor”, ¡bueno, al menos así se llama aunque en muchas iglesias no parece tener de verdad una relación con una “cena de celebración”!

Entre nosotros, este tiempo es típicamente un momento para compartir juntos, dar gracias a Dios y centrarnos en la gratitud por lo que Jesús hizo por cada uno. Oramos, agradecemos a Dios, cantamos y compartimos una comida como parte de la Cena del Señor. ¡Pero este domingo el tiempo se acortó un poco debido al hecho de que pronto nos encontraríamos reunidos con los demás grupos pequeños en la calle donde se celebraría el significado de lo que sucedió poco después de salir los israelitas de la esclavitud en Egipto por medio de la Pascua!

Volviendo al Antiguo Testamento – Después de que los israelitas fueron liberados de la esclavitud a través de la Pascua, comenzaron su viaje de libertad. ¡Pero “la primera parada” no estaba muy lejos! Dios los condujo a donde se necesitaría aprender y recordar una gran lección. ¡Y esta lección es para nosotros también el día de hoy! Así como ellos (¡y nosotros también!) fueron salvados por gracia, necesitaban ellos (y nosotros también) entender que el camino a seguir en esta vida debe continuar en esa misma gracia. Un gran evento los identificaría como “los que salieron de la muerte a la vida”, ¡y debería ser lo mismo, “simbólicamente” hoy en nuestras vidas!

Fueron conducidos a un obstáculo “imposible” en las orillas del Mar Rojo. ¡Allí tuvo lugar el bautismo más grande de la historia del mundo (1 Corintios 10:1-4)! El camino que tenían ante ellos a través del Mar Rojo se abriría a la vida mediante el propósito y el significado del bautismo, que es simplemente el de la “identificación”. Así que el domingo por la tarde, todos nos reunimos alrededor de un tanque de agua en el borde de la calle para celebrar el bautismo público de siete recién Nacidos-de-Nuevo dando testimonio a sus vecinos y compañeros de trabajo de su identificación con el Dios de los Cielos.

Hoy pudimos celebrar el propósito de los dos eventos del Antiguo Testamento (el éxodo de la Pascua y el bautismo en el Mar Rojo), y su significado eterno para nosotros hoy. ¡Dos identificaciones, un día especial!

Para los lectores que desean profundizarse más en estos temas del bautismo y la Cena del Señor, les recomendamos leer el capítulo 7 del libro Las Lágrimas en el Camino de Mileto (páginas 217 – 250). Que Dios los bendiga y ánimo.

Las Lágrimas en el Camino de Mileto, capítulo 7, páginas 217 – 250

La Forma y Función de la Iglesia

De todas las cuestiones relacionadas a la iglesia como organismo, hay dos en particular que son fundamentales y que deben ser entendidas por todos nuestros miembros. Estas dos cuestiones son las que están relacionadas con la función y la forma de la iglesia. Las cuestiones relacionadas con la función de cualquier asamblea son las más importantes, pues si ignoramos su función (que es su propósito) sólo nos quedará una forma muerta. Nuestro Dios nos ha dejado en claro varios asuntos relacionados con Su deseo en cuanto a la función de Su iglesia. Sin embargo, en cada lugar, en cada cultura y en cada generación pueden variar las formas de cómo la iglesia lleva a cabo esta función.

Nuestro Dios nos ha mostrado claramente su propósito para la iglesia, de cómo debe funcionar, pero no nos dejó una estructura estricta de las formas de cómo organizarnos en estos propósitos y funciones. Aquí encontramos una gran encrucijada en el camino. La iglesia debe escoger su destino, su futuro, y enfrentarse con el porqué de su existencia. Cada congregación escogerá entre dos opciones:

1. Buscará las mejores formas para reflejar los propósitos de Dios dentro de su contexto cultural.

2. Adoptará caminos muertos, religiosos e institucionales.

Algo curioso es el hecho de que existen muchísimas iglesias que junto con sus pastores se preocupan profundamente por mantener las formas tradicionales de la iglesia, mientras parecen desinteresados en si la iglesia realmente tiene una función o no; aparte de tener reuniones cada semana.

La iglesia puede pasar meses, hasta años y aun décadas sin que la congregación se involucre ministrando a los necesitados, apoyando a la obra misionera transcultural, enseñando personalmente a los que no han entendido la Palabra, etc. Hay congregaciones donde los mismos pastores poco ministran fuera del ambiente “clínico” o “estéril” del “santuario” o de su oficina. No les interesa funcionar con un ministerio dentro de la oscuridad del mundo puesto que están amarrados a una forma de “iglesismo” que les mantiene sin una función dinámica en la vida y mundo real.Hermanos, hay mucho que hablar entre ustedes sobre este asunto de las funciones y las formas de nuestras iglesias. No sé hasta dónde llegaríamos si fuéramos a profundizar en este tema aquí. ¡Sería todo un libro aparte para tratar solamente con estos aspectos de nuestras iglesias!

Las formas muertas de la religiosidad

A lo largo de los años hemos observado a algunas iglesias “establecidas” ayudando a “organizar” a otras congregaciones en su proceso de, supuestamente, cumplir con algunas expectativas legales. Ha sido sumamente interesante observar que la mayor preocupación y enfoque sobresaliente de esas iglesias “establecidas”, ha sido conformar a las demás congregaciones a su forma tradicional muerta; una forma sumamente parecida, en estructura, a la iglesia católica romana. Aunque ellas negarían que sea así, el resultado de su trabajo da testimonio de otra realidad. Lo que observamos, en la gran mayoría de los casos, son iglesias que siguen la forma de las iglesias que las “organizaron”, y muchas de ellas con toda su inversión, esfuerzo y enfoque sólo para mantener lo que perciben como “la forma correcta”.

Reconocemos que no es la intención de esas iglesias, o más bien la de sus pastores, la de apagar el fuego de la función de cualquier otra asamblea. Sin embargo, las formas que intentan imponer a las asambleas no hacen nada para ayudar a las congregaciones en su función, en sus ministerios a los necesitados, a los huérfanos, viudas, desamparados o a aumentar su trabajo en enviar misioneros a los no alcanzados. Tampoco impulsa ni inspira a las congregaciones para lograr que cada miembro sea un ministro útil para los demás miembros. Lo que observamos es todo lo contrario.

Con la influencia que traen las formas, el enfoque va cada vez más hacia la importancia de mantener las costumbres de la religiosidad muerta. Toda la forma y estructura gira alrededor de ciertos personajes en la iglesia (el pastor), la forma correcta, según ellos, para llevar a cabo los cultos (pastor-céntrico), y la manera correcta para establecer los ritos de la iglesia incluyendo el bautismo y la Cena del Señor (también para ellos, pastor-céntricos.). A continuación, dedicamos un espacio para tratar brevemente con estas dos prácticas importantes, el bautismo y la Cena del Señor, en las iglesias.

El significado del bautismo identificación

Pablo escribió lo siguiente a los creyentes de Corinto. 1 Corintios 10:1-4, “No quiero hermanos, que olviden que nuestros antepasados estuvieron todos bajo aquella nube, y que todos atravesaron el Mar Rojo. De ese modo todos ellos quedaron unidos a Moisés al ser bautizados en la nube y en el mar. Igualmente, todos ellos comieron el mismo alimento espiritual y tomaron la misma bebida espiritual. Porque bebían agua de la roca espiritual que los acompañaba en su viaje, la cual era Cristo”.

El primer paso de obediencia que típicamente se espera de los nuevos creyentes en las iglesias es el paso del bautismo. Veremos que el bautismo tiene una función muy importante en y por medio del creyente. Veremos que la forma en que se practica el bautismo tiene una fuerte influencia en la vida de la gente. En muchas partes proclaman la importancia de este primer “paso de testimonio” del nuevo discípulo, pero luego, por medio de las formas que tienen, encierran el testimonio entre los que menos lo necesitan, la iglesia.

En tantos lugares se mantiene la costumbre de bautizar a los nuevos creyentes en el edificio de la iglesia, delante de los miembros de la iglesia. Sea como sea, esta forma limita el testimonio del individuo y muy bien puede limitar su convicción también, en cuanto a la importancia de su proclamación de la nueva vida.

Mucho ha sido escrito sobre el bautismo, pero poco o nada existe para respaldar bíblicamente las prácticas que muchas iglesias llevan ahora. Estas prácticas y formas populares, pero no bíblicas, han dado lugar para que tomara raíz mucha confusión que no hubiera existido si la iglesia hubiera seguido las prácticas de la iglesia primitiva.

Un ejemplo es el énfasis que ponemos a unas tradiciones no bíblicas mientras a la vez hemos alterado lo que la Palabra nos enseña. Hoy día se habla, o se le pregunta a la gente, sobre cuando “repitieron la oración del pecador”, o cuando “invitaron a Jesús entrar a su corazoncito” y otras cosas parecidas. Hermanos, estas palabras no están necesariamente mal, pero ¿de dónde hemos tomado estos modelos? Mientras no tenemos ningún ejemplo bíblico de alguien dando testimonio de “cuando oraron para recibir a Jesús en su corazón”, hay una multitud de ejemplos, en el libro de los Hechos, de la nueva fe y convicción de los creyentes siendo expresada inmediatamente por medio del bautismo.

Si comparamos las prácticas populares de muchos lugares hoy con los ejemplos que tenemos en el libro de los Hechos, ¡parece que estaríamos hablando de dos historias totalmente diferentes! En el libro de los Hechos, tenemos el bautismo como el “punto de partida” del testimonio de uno y eso unido o conectado al testimonio inmediato de su fe.

Mientras tanto, ahora vemos a algunas iglesias que han puesto el bautismo como algo ajeno a eso y más bien relacionado a compromisos, membresías, pruebas de tiempo para que el individuo “gane” la oportunidad de ser bautizado, ritos de purificación, tiempos de preparación y otras cosas parecidas.

El bautismo – forma y función

No ignoramos que hay varias formas diferentes, y hasta creencias, relacionadas al bautismo. En la mayoría de las iglesias cristianas practican el bautismo por inmersión, mientras en otras lo practican por aspersión. Muchas iglesias sólo bautizan a creyentes mientras algunas practican el bautismo de los infantes. No vamos a entrar en estas diferentes posiciones aquí, sino que seguiremos enfocándonos en lo que es el propósito y la función del bautismo que se relaciona completamente con identificación.

Si empezamos a hablar sobre el significado del bautismo entonces la forma, o el método, tendrá más sentido. Hay tantas prácticas que tenemos en las iglesias de hoy que incluyen formas raras o chistosas que nadie sabe de dónde salieron. Sin embargo, en muchos lugares se defiende la forma tradicional, como siempre se han hecho las cosas, aun cuando todo el mundo puede ver que no tiene sentido bíblico, ni ayuda a la iglesia a crecer en obediencia a Dios. Cada asunto de la iglesia, tanto su función como su forma, deben ser medidos por el propósito y significado de la Palabra, no por las instituciones humanas ni por propósitos egoístas.

El bautismo — testimonio

En nuestras congregaciones, desde el principio, hemos tenido la costumbre de llevar a cabo los bautismos en la calle, frente a las casas de los nuevos discípulos. De esta manera, sus conocidos, vecinos y otros del público pueden ver (¡aunque a veces con mucha curiosidad!) lo que está pasando. Con pocas excepciones, esta es la forma que hemos llevado, una forma que facilita la función de que el nuevo creyente dé testimonio de su nueva vida ante el público, vecinos, amigos, los no creyentes y los creyentes.

Así el individuo va uniendo sus “convicciones interiores” con el “acto público exterior”. Quizás para algunos, que no son de nuestras congregaciones, esta forma no les parecerá la mejor. Como hemos dicho, puede haber muchas formas diferentes. Si hay hermanos que tienen otras formas que les han sido de mayor testimonio y de mejor función, estamos con todo el ánimo para aprender de ellos como lo hemos hecho con otros. Vamos a hablar un poco sobre lo que es y lo que no es el bautismo, empezando con el texto citado antes, 1 Corintios 10:1-4.

El bautismo en la nube y en el mar–identificación

Nuestro hermano Pablo habla de algunas cosas que puedan parecer extrañas para algunos. Hablando de los israelitas unos 1.400 años antes de Cristo, dice que todos ellos quedaron unidos a Moisés al ser bautizados en la nube y en el mar. Luego habla de cómo tomaron agua de la roca espiritual que los acompañaba en su viaje, la cual era Cristo. Aquí Pablo hace referencia a tres identificaciones, un bautismo en la nube, otro bautismo en el mar, y la provisión de Cristo quien los acompañaba dándoles pan del cielo y agua de la roca en su viaje, ¡y eso unos 1.400 años antes del nacimiento de Jesucristo!

Obviamente no estamos hablando del mismo bautismo que vemos en el Nuevo Testamento o en nuestras iglesias hoy en día, pues la gente no estaba identificándose con Jesús, sino con Moisés. Dice que quedaron unidos a Moisés al ser bautizados en la nube y en el mar.

Las preguntas que surgen son, ¿Qué es el bautismo en la nube? Y luego, ¿Cómo dice que fueron bautizados en el mar si ninguno de los israelitas fue sumergido, ni mojado, al pasar por en medio del Mar Rojo? En estas dos preguntas podemos perdernos rápidamente buscando cuál es la forma correcta, y cuál es la forma de bautizarnos en la nube y en el mar. Todo el enfoque debería estar solamente en que Dios estaba identificando Su pueblo con el Libertador.

Lo importante no tiene nada que ver con esas cuestiones de forma. Podemos perder el propósito, la función y el objetivo de las cosas y enredarnos con lo absurdo. La gente en ningún momento se detenía para organizar un comité de bautismos para discutir sobre las formas — cuántas clases se deben tomar antes de avanzar, ver qué ropa era la apropiada para un bautismo, ensayar las preguntas y respuestas que se van a dar antes de ser bautizados, etc.

Lo importante está plenamente centrado en algo que, desafortunadamente, se ha perdido en muchos de los bautismos de hoy. Lo importante fue su plena convicción, decisión e identificación con la guía de Dios (la nube) y con el hecho de que habían pasado de la muerte a la vida por la obra poderosa de Dios (pasando por en medio del mar).

Aquí está Pablo exhortando a los hermanos de Corinto: No quiero hermanos, que olviden que nuestros antepasados estuvieron todos bajo aquella nube, y que todos atravesaron el Mar Rojo”. Eso fue el principio de su éxodo. Habían dejado atrás la vida vieja, la vida de la esclavitud y el dominio del opresor para seguir a Dios hacia la tierra prometida.

Hermanos, hay mucho que decir sobre la importancia de la función del bautismo, pero tengan cuidado. En el momento que perdemos el testimonio, la guía de “la nube”, o sea la dirección de Dios, el agradecimiento por el camino que Dios nos abrió para atravesar “el mar”, (la muerte), lo único que nos quedará es una forma muerta, un rito religioso ignorante e inútil.

Les animamos a leer 1 Corintios capítulo 10. Inmediatamente se darán cuenta de que todos estos eventos sucedieron como un ejemplo para nosotros. No fueron registrados con el fin de darnos ciertas formas sobre cómo hacer las cosas, sino para llevarnos a revisar los fundamentos de nuestras vidas, nuestros valores y nuestra dirección en esta vida.

No podemos hacer un estudio exhaustivo aquí en cuanto al bautismo, pero les queremos dejar unas pautas básicas con el fin de ayudarles, lo mejor posible, a no perder la vida que Dios tiene para Sus asambleas. Queremos ayudarles a evitar caer en las formas muertas de la religiosidad inútil.

Unos puntos básicos sobre el bautismo

Hay muchas ideas sobre lo que es el bautismo como también costumbres y formas de cómo realizarlo. Hay grupos que creen que para ser salvo, por fuerza, uno tiene que ser bautizado. Algunas iglesias obligan a los hermanos que se han mudado de otro lugar, aun siendo creyentes de muchos años, a bautizarse de nuevo antes de aceptarlos como parte (miembros) de la congregación. Otras iglesias ponen mucha importancia y énfasis en los detalles de la forma — el lugar, ambiente, vestidura, clases de estudio sobre el bautismo, preguntas y respuestas que serán parte del rito que sólo el pastor puede llevar a cabo. Según ellos solamente ciertas personas (el pastor) son calificadas para bautizar.

Muy poco de lo arriba mencionado tiene alguna relación con lo que vemos en la Palabra. Para eliminar mucha de la confusión e incertidumbre sobre estas cosas, podemos ir directamente a la Palabra.

Para que sepan, hay algunos grupos que mantienen la idea de que la salvación depende del bautismo. Ellos se apoyan principalmente en un texto tomado de Hechos capítulo 2. Actualmente hay dos ideas erróneas sacadas de este versículo. El ver el contexto en que se encuentra este versículo, nos da una comprensión clara de lo que pasó y por qué. El texto que toman es Hechos 2:38 que dice: Pedro les contestó:Vuélvanse a Dios y bautícese cada uno en el nombre de Jesucristo, para que Dios les perdone sus pecados, y así él les dará el Espíritu Santo”.

Las dos ideas erróneas son estas; primero, dicen que uno tiene que bautizarse para el perdón de sus pecados. La segunda, dicen que la única forma correcta para bautizarse es en el nombre de Jesucristo solamente. Se pueden ir viendo todas las otras menciones de bautismos, principalmente en el libro de los Hechos, para obtener información más clara sobre lo que es y lo que no es el bautismo. La mayoría de ustedes podrán resolver estos asuntos dentro del contenido de este mismo capítulo.

Identificación y arrepentimiento

Transcurrió muy poco tiempo entre la resurrección de Jesús y lo que encontramos en Hechos capítulo 2. ¿Dónde se ubica esta historia? Allí mismo en Jerusalén. Dios había hecho algo raro que dejó a todos asombrados y sin saber qué pensar. Mucha gente de diferentes lugares, de diferentes idiomas, estaban presentes y siendo testigos. Todos habían viajado a Jerusalén para la fiesta de la Pascua.

Hechos 2 nos habla de este milagro que atrajo a mucha gente. Encontramos a todos oyendo hablar de las maravillas de Dios en sus propios idiomas. Era algo asombroso y muchos fueron a ver qué estaba pasando, pues los que estaban hablando de las maravillas de Dios lo hacían en idiomas que jamás habían aprendido.

Unos se quedaron asombrados preguntándose qué significaba todo eso. Otros empezaron a burlarse diciendo que los discípulos de Jesús estaban borrachos. Luego Pedro se pone de pie y empieza a dar una explicación.

¿Con quién está hablando Pedro? Pues está hablando con gente religiosa, judíos religiosos de todas partes, gente que conoce las Escrituras (nuestro Antiguo Testamento), y que creen totalmente en Dios y en el Espíritu de Dios. Pero esas personas presentes no habían creído en Jesús. Además, habían sido espectadores y estuvieron a favor de la crucifixión de Jesús. Pedro recurre a las Escrituras, las palabras de los profetas y la historia que encontramos en el Antiguo Testamento. Luego les muestra que Jesús era precisamente a quien apuntaban estas Escrituras.

Alrededor de 3.000 personas empezaron a ver y a entender las Escrituras como nunca antes. Ya estaban plenamente identificados con el Dios y Espíritu de las Escrituras (por eso habían ido a Jerusalén en esas fechas), pero cuando vino Jesús, lo rechazaron. Cuando se dieron cuenta de que Jesús era el Señor y Mesías y que ellos habían tenido parte en su muerte, se afligieron profundamente, y preguntaron: “Hermanos (de raza), ¿Qué debemos hacer”? Pedro les da la respuesta que va de acuerdo a la situación, el contexto y la dinámica de aquel día. Eso lo vemos en Hechos 2:38.

Entendiendo el propósito del bautismo

No creo que haya necesidad de hablar más sobre la historia. Dentro del contexto de todo lo que ha pasado (tomen el tiempo para leer de corrido los capítulos 1 y 2 de Hechos), son completamente razonables y entendibles las palabras de Pedro. Él les está diciendo – ustedes son personas religiosas buscando al Mesías, pero éste Jesús es el Mesías que buscan. Sin embargo ustedes lo rechazaron y lo asesinaron. Por eso dijo Pedro: “Vuélvanse a Dios”. ¿Entonces qué faltaba? Pues el identificarse con este mismo Jesús que habían rechazado e identificarse directa y personalmente con Él. Entonces Pedro dice: “bautícese cada uno en el nombre de Jesucristo”, reconociendo así que Jesús es el que vino a perdonar sus pecados.

Pedro no les está llevando a una fórmula para la salvación. No les está diciendo que necesitan bautizarse de manera especial y solamente pronunciando el nombre de Jesucristo. Pedro les está llevando a entender el significado y propósito de las Escrituras. Les está llevando a entender que habían rechazado la respuesta única de Dios para ellos, la persona de Jesús. Les dijo que ahora debían identificarse con este Jesús y, aunque lo habían asesinado, Él les perdonaría sus pecados.

¿Y cuál fue el resultado de este entendimiento en los que hicieron caso al mensaje de Pedro? Se identificaron con Jesús públicamente por medio del bautismo. No sólo eso, sino que también se unieron a los demás creyentes, firmes en la enseñanza, en la oración con los demás, compartiendo los unos con los otros y recordando la muerte y el sacrificio de este Jesús a favor de ellos (por medio de la “Cena del Señor”).

No hay necesidad del ir más allá viendo texto tras texto mostrando que la salvación del pecador es por fe y sólo por fe, no por fórmulas, formas, obras o ritos. Se ve claramente que el propósito y función del bautismo es IDENTIFICACIÓN. La salvación no viene por medio de la fe con una fórmula de obras incluyendo al bautismo. Vemos y entendemos todo este asunto con más claridad cuando lo estudiamos dentro de su contexto. De nuevo vemos la importancia de una enseñanza ordenada tanto en el evangelismo como entre los discípulos. Evitamos mucha confusión en las vidas de los que están siendo enseñados cuando les enseñamos desde el principio.

El significado y el propósito del testimonio

El bautismo es un testimonio de la decisión que uno ha hecho de confiar en Jesús e identificarse con él. Hay personas que no han confiado en Jesús para el perdón de sus pecados sino en que fueron bautizados y el bautismo les “quitó sus pecados”. Hay otras personas que están, y siguen, confundidas en cuanto a muchas cosas porque empezaron confundidas. Unos piensan que aunque pusieron toda su confianza en el Señor, no fue sino hasta cuando fueron bautizados que realmente fueron salvos.

Hay algunos grupos que llevan un sincretismo impresionante, entretejiendo sus ideas con lo que enseña la Palabra. Hemos visto pueblos que creen que cuando alguien está siendo bautizado en el río, nadie debe estar en la corriente abajo de donde se está bautizando. Creen que el agua está llevando sus pecados río abajo y alguien puede contaminarse con ellos.

Si este ejemplo tomado de unas aldeas primitivas les suena chistoso, ¡fíjense en todo lo que nuestras iglesias modernas han hecho; dejando el bautismo como cualquier otra cosa menos como un testimonio público de identificación con Jesucristo! Ahora vemos el bautismo, en muchos lugares, relacionado a requisitos, compromisos, cosas eclesiásticas, membresías y obligaciones para dar dinero a la iglesia, etc., etc.

Hay dos identificaciones formales establecidas para el creyente – el bautismo y la participación en la Cena del Señor. Ambas deben ser dinámicas, llenas de sentido y de agradecimiento. Ambas tienen una función muy importante y los líderes entre ustedes serían sabios en pensar, muy bien, cuáles son las mejores formas para facilitar estas funciones importantes.

El bautismo es un testimonio de la fe del individuo. Es una proclamación de que ya ha muerto a la vida pasada y ha resucitado en la nueva vida de Jesús. Es necesario, una sola vez, y sirve como un testimonio inicial de que ha salido de la esclavitud de la vida pasada y se ha identificado con Él, quien nos está guiando a la tierra prometida.

Hermanos, cuando alguien procedente de un pasado en la religión les pregunte si su bautismo como infante “sirve”, o su bautismo en la iglesia religiosa “sirve”, ustedes no deben discutir sobre si su bautismo les “sirvió” o no. La cuestión es otra. Deben buscar la manera de ayudar al nuevo creyente a ver la función del bautismo, no si su bautismo “sirvió” o no.

Algunos de los que han salido de la iglesia institucional, y que han recibido la Palabra, y ahora son creyentes, pueden arrastrar muchas ideas legalistas en cuanto a si una u otra cosa “está bien” o no. Hay que ser pacientes con ellos y ayudarles a ver que el bien está relacionado con la función del Espíritu Santo y la Palabra en sus vidas y no tanto con la forma de cómo hicieron cualquier cosa antes.

Deben preguntarle al hermano nuevo si en su bautismo estaba dando testimonio de su fe, salvación e identificación con Jesús. Si su respuesta no es segura, probablemente su “bautismo” fue sólo un baño sin jabón. Si el hermano ahora está firme en su fe y entiende el significado de la Palabra, entonces también podrá entender que el bautismo que “sirve” es el bautismo relacionado con la función por la que existe el bautismo, un testimonio de identificación.

Unas sugerencias sobre los bautismos

Les animamos, hermanos, a revisar de vez en cuando lo que están haciendo, por qué y cómo. En cuanto a los bautismos, tengan cuidado de la religiosidad. Les recomendamos no poner muchas condiciones y tradiciones externas cargando el deber, derecho y privilegio de un nuevo discípulo de Cristo para su bautismo y participación en la Cena del Señor.

Es bueno instruir y orientar al hombre sobre sus valores y convicciones, mas no conviene tratar de transformar el carácter del hombre imponiéndole reglas, legalismos y formas externas. El resultado de una obra religiosa-legalista externa es sólo una obra de los fariseos y una vida espiritual ficticia. Lo que surge de los valores y convicciones cambia lo de adentro y da su fruto genuino por fuera. Lo que se impone externamente sólo afecta la forma o apariencia externa.

No es bueno posponer mucho las oportunidades para los bautismos de los nuevos creyentes. Entendemos y reconocemos la importancia de dejar a los nuevos creyentes con un entendimiento claro y recto sobre estos asuntos para que su bautismo sea realmente una identificación con nuestro Señor y no ligada a otras ideas, orientaciones religiosas y confusiones. Les recomendamos explicar clara y directamente lo más pronto posible, sobre el bautismo a los nuevos creyentes, para darles la oportunidad de bautizarse. Esto no debe ser “una clase” programada para fechas lejanas en el futuro.

Hay iglesias que les imponen un tiempo “de prueba” “para ver” si el nuevo discípulo en realidad está firme o seguro en cuanto a su fe, antes de bautizarlo. Hermanos, eso no tiene ningún respaldo bíblico. ¡Y cuántos creyentes han pasado por este “tiempo de prueba” antes de ser bautizados “bien”, y que ahora tienen bastantes años asistiendo a la iglesia pero nunca empezaron a vivir la vida cristiana!

¡La “prueba de tiempo” en cuanto a su seriedad se verá a lo largo de su vida cristiana después de su bautismo! No debemos poner obstáculos a los que están confiando en el Señor y desean obedecerle. No deben pensar que están ayudando a los nuevos creyentes a evitar penas, esperando un tiempo para ver si su decisión fue en serio o no.

Lo que pondrá un mejor equilibrio en cuanto a estas preocupaciones es tomar más en serio el discipulado. Mateo 28:19 lo pone claro: “Vayan, pues a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas (identificándoles en su relación con el Todo-Poderoso) en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.

El discipulado, relacionado al bautismo

La iglesia debe enfocarse en el discipulado. El discipulado incluye el identificar (bautizar) a los nuevos discípulos como también la enseñanza de todo el consejo de Dios a ellos. Eso es para que ellos también vayan y se reproduzcan.

Tomando en cuenta que esta es la naturaleza del discipulado, les recomendamos mucho que los hermanos que hayan llevado a cualquier persona a conocer al Señor, sean ellos mismos quienes la bauticen. No hay necesidad de tener a alguien “especial” (como un pastor) participando necesariamente en el bautismo. Esta idea viene del catolicismo. El enfoque del bautismo está en el testimonio del nuevo nacimiento ocurrido en el nuevo discípulo. De ninguna manera tiene el enfoque en la persona que lo bautiza.

Hay pastores quienes buscan bautizar a la gente como si estuvieran buscando acumular trofeos. Hasta hay algunos que mantienen registros de cuantos han bautizado. Esto viene a raíz de la forma religiosa egoísta y muerta. Pablo reprendió a los corintios precisamente por estos criterios egoístas. Aunque Pablo había fundado la iglesia en Corinto, no bautizó a muchos de ellos. ¡Ni pudo recordar muy bien a quiénes había bautizado! Por favor, tomen un minuto y lean 1 Corintios 1:10-17. Gracias a Dios por la función del ministerio de nuestro hermano Pablo y también por la forma que tomó, con la cual nos dejó un buen ejemplo y testimonio. Las formas y función que nos muestra Pablo en su ministerio nos pueden ayudar a seguir en el camino derecho y en el camino del discipulado.

El bautismo es una de las cosas importantes para nosotros los creyentes. Es algo necesario solamente una vez, mientras que hay otra práctica que celebramos de manera regular. Ésta es la Cena del Señor.

La Cena del Señor se celebra como familia, aunque cada uno recordando y agradeciendo a Dios individualmente. La Cena del Señor es un tiempo importante para cada hermano, de manera personal como también en comunión con los demás, recordando la obra salvadora de Jesús en la cruz. Veremos unos puntos sobre la Cena del Señor.

La Cena del Señor

Desde el principio, en las congregaciones de Grupo México y Terrazas del Valle, hemos tratado de enfocarnos en el propósito, o sea, la función y objetivo del Señor para lo que llamamos la Cena del Señor. Un tiempo de convivencia, pensando con alegría en lo que nuestro Dios ha hecho por nosotros, dándole las gracias por Su ofrenda a favor de nosotros. El pan siendo un recordatorio simbólico del sacrificio de Su cuerpo, el jugo haciéndonos recordar su sangre derramada por nosotros. Así debe ser, hermanos, cada vez que se realiza la Cena del Señor, debe ser una celebración de agradecimiento.

Hemos observado cómo las tradiciones católicas romanas han corrompido el significado, propósito y enfoque de la Cena. Aun en las iglesias cristianas donde hay una buena orientación bíblica, hay algunos que no se han podido escapar de las telarañas de lo misterioso, de lo rígido, de lo seco y de las formas religiosas muertas.  Para los creyentes de la iglesia primitiva, la Cena del Señor representaba celebración, comida, convivencia, “fiesta de amor fraternal”, de ánimo y alegría, y todos participaban. La idea de reunirse como iglesia para que algún hombre “religioso” organizara unos pedacitos de pan, que no serían suficientes ni para que comiera un pajarillo, y unas cuantas gotas de jugo, para “la Cena del Señor”, era un concepto desconocido. Una supuesta “celebración” donde todos se quedarían callados, serios, rígidos, secos y esperando que el “hombre de Dios” (el pastor) pronunciara unas palabras apropiadas para luego echarle a cada quien su galletita en la boca, hubiese sido absurda y una burla. Pero hoy día ésta es la situación de muchas iglesias, dicen “celebrar la Cena del Señor” que ni es celebración, ni es cena.

¿De dónde salieron esas formas que han drenado tanto el gozo, el propósito y hasta la idea de lo que es la Cena, el compartir y la fiesta que una vez celebraban las iglesias? En primer lugar sería bueno mencionar que la fiesta de la Pascua era y sigue siendo una fiesta de celebración de la liberación del pueblo de Israel de su esclavitud en Egipto.

Recordemos que el ministerio de Jesús fue para dar un nuevo significado a esta liberación y fiesta de la Pascua, pues Jesús se entregó como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, el Cordero perfecto de la Pascua. También recordemos que era la fiesta de la Pascua la que precisamente Jesús celebraba con sus discípulos, cuando luego fue crucificado (Mateo 26), dándole un nuevo significado a todo.

La Pascua y la Cena del Señor

Vemos el contexto en la historia desde la Pascua, detallada en Éxodo capítulo 12, y luego vemos a Jesús llevando a cabo Su obra terrenal en los evangelios. Allí está Jesús, colocando unas piezas importantísimas en el gran cuadro de la historia redentora, preparando a sus discípulos, quienes luego en la iglesia primitiva, estarían recordando todo aquello, celebrando el significado y propósito de las Escrituras. Entramos en la historia de la iglesia primitiva y encontramos algo que no es en nada parecido a lo que ahora llamamos “la Cena del Señor”. ¿Qué pasó y qué se puede hacer?

Hay varias opiniones en cuanto a los detalles de por qué y cómo la iglesia perdió esa celebración de gozo. Parece que los cambios empezaron aproximadamente 200 años después de Cristo. Poco a poco la idea de separar “el pan y la copa” de la cena empezó a tomar forma. De allí, el camino fue abierto para convertirla en un ritual misterioso y “sagrado”. Por supuesto un ritual sagrado debe ser llevado a cabo por una “persona sagrada”, y con eso se unió a la religiosidad falsa con los elementos del pan y el vino, para hacer toda una exhibición misteriosa, temerosa, mágica y poderosa centrada en el sacerdote.

Antes de pasar mil años, “la Cena del Señor” ya no era otra cosa que un rito religioso muerto. La iglesia católica romana la puso como una piedra angular en cuanto a la misa; cuando, según ella, el sacerdote, por un poder sobrenatural, (llamado el dogma de la transubstanciación), convierte el pan y el vino en la carne y sangre misma, real y actual de Cristo. Este concepto es ajeno a las Sagradas Escrituras.

¿Podría una congregación tradicional volver a realmente celebrar la Cena del Señor, quitando lo místico y poniendo de nuevo a los hermanos en su función tal como nos fue dado por Jesús y los apóstoles? ¡Por supuesto que sí! Pero habrá gente, especialmente de las iglesias tradicionales-religiosas, que darán mil explicaciones por lo cual es mejor seguir el camino establecido por los hombres. Lo explicarán con excusas y pretextos que pretenden guardar la función original de la cena. Dirán que la forma de las iglesias tradicionales da seguridad de que la cena sea tomada en serio. Dirán que sólo el pastor debe oficiar la Cena, porque eso garantiza que se llevará a cabo correctamente. Suena bien todo, ¿no? ¡El único problema es que todas estas explicaciones son ajenas a la Palabra!

El que come o bebe de manera indigna

Uno de los puntos sacados en defensa de mantener la cena estrictamente en control del clero (los pastores), “en orden” y “en serio” (supuestamente), y así mantener las formas tradicionales, viene de un texto de 1 Corintios 11. En este capítulo, nuestro hermano Pablo está reprendiendo fuertemente a los corintios diciéndoles que la cena que tomaron no era en realidad la Cena del Señor.

El versículo que ha dejado a muchas personas perturbadas es el versículo 27 del capítulo 11, la advertencia de que uno peca contra el cuerpo y la sangre del Señor si come del pan o bebe de la copa de manera indigna. La pregunta ha sido ¿Qué es comer y beber de manera indigna? De nuevo, la respuesta se encuentra en el mismo contexto de la Palabra. Si ven en la iglesia hermanos preocupados por este texto, no deben iniciar con este versículo 27, sino en el versículo 17, y seguir leyendo hasta el 34.

El problema de los corintios fue que cuando se reunían para celebrar la Cena del Señor, la iglesia ya estaba dividida. Los que llevaban bastante comida se adelantaban. Comían y bebían sin tomar en cuenta a los miembros que no tenían. Unos comían en exceso mientras que en la misma reunión unos se quedaban con hambre.

Tomemos un momento para pensar en eso desde el punto de vista celestial. Jesús dio todo para todos, para unirnos en un solo cuerpo, con cada miembro compartiendo sus dones con los demás, buscando cómo bendecir a los demás miembros. Cuando lo vemos así, como también lo entendía Pablo, podemos entender mejor sus palabras: “¿Por qué menosprecian la iglesia de Dios y ponen en vergüenza a los que no tienen nada”?

Son pocas las congregaciones que pueden entender de lo que está hablando Pablo, porque son pocas las que se reúnen para realmente celebrar la Cena del Señor. Están tan impuestas a la idea de la Cena como un rito dirigido por un pastor de manera solemne, que esta reprensión de Pablo parece no tener sentido.

Comer y beber “de manera indigna” es, nada más ni nada menos, el participar en la Cena del Señor sin tomar en cuenta el sacrificio de Jesús a favor de uno y menospreciar a otros quienes también han sido perdonados por la obra del Cordero Perfecto de la Pascua. En este aspecto sí debe haber seriedad, pero también debe haber convivencia, compañerismo, gozo, agradecimiento y un enfoque de gratitud a Dios.

La noche de las dos Cenas del Señor

Me parece que fue en la primera Cena del Señor que llevamos a cabo en Terrazas del Valle con el grupo de los nuevos creyentes (si no fue la primera, fue una de las primeras). Comimos juntos, convivimos juntos y luego tomamos un tiempo específico para darle gracias a Dios por todo lo que hizo por nosotros. No hemos mantenido una sola forma para celebrar la Cena del Señor. ¡La hemos celebrado de muchas maneras!

En esta ocasión con los nuevos discípulos, los instruimos a que tomara cada quien un pedazo grande de pan y luego que compartiera sus palabras de agradecimiento a Dios. Me di cuenta que uno de los hermanos sólo miraba el pan y el vaso de jugo que compartíamos entre todos. Su mirada no era de gozo, sino de tristeza. Cuando estábamos por terminar, le pregunté delante de todos los demás: “Hermano Daniel, ¿no quisiste participar? ¿Por qué no”? Los ojos de Daniel se llenaron de lágrimas. Daniel respondió diciendo: “Aquí estoy, pensando en todo lo que ha hecho Jesús por mí. No pude participar porque soy tan indigno”.

¡Qué bendición nos dio Daniel aquella noche! Les pregunté a todos los demás, quienes éramos dignos de tomar la cena. Todos estábamos de acuerdo de que ninguno era digno, pero que Jesús sí lo es, que Él hizo todo. Él nos invita a recordar su pacto. Deberíamos participar porque Él pagó el precio de todo para salvarnos.

Con estas perspectivas compartidas, el aspecto del rostro de Daniel cambió totalmente. Sacamos más pan y llenamos de nuevo la copa. Esa noche celebramos doble y tomamos la oportunidad para comer más y dar más gracias a Dios. ¡Esta vez Daniel participó con mucho ánimo y tuvo mucho que compartir!

Hermanos, busquen la forma que realmente celebre la nueva fiesta de la Pascua, la Cena del Señor. Busquen la manera de que todos participen. Cuando decimos participar todos, no estamos hablando que sólo coma y beba cada quien, sino que tengan la oportunidad de compartir con los demás, de arreglar cualquier cosa que no esté bien, de recordar juntos la historia de cómo vino Jesús, lo que hizo por nosotros, y de animarnos los unos a los otros en cuanto a su venida.

Quizás las formas tradicionales que encontramos en la mayoría de las iglesias no son “indignas”, pero tampoco dan lugar para que el cuerpo del Señor funcione en la Cena del Señor como es Su intención.

Recomendaciones en cuanto a la Cena del Señor

Les recomendamos mucho, hermanos, no imitar una forma en cuanto a la Cena del Señor, sólo porque parece ser “una forma aceptable”, popular, o “la manera correcta establecida” por ciertas iglesias. Busquen la manera de dar plena libertad a la función de acuerdo a lo que encuentran en la Palabra, sin dejarse llevar por los criterios romanistas. Si no tuviesen ninguna orientación de nadie, de ninguna institución, ninguna iglesia, y tuviesen que organizar la Cena del Señor basada sola y exclusivamente en lo que se puede apreciar y aprender de la Palabra, ¿Cómo sería esa celebración y comida?

Reúnanse hermanos y hablen de eso. Cuando hayan quitado, como equipo, el romanismo y la religiosidad de esta celebración, ¡entonces verán lo que es realmente una Cena del Señor! ¡Saboreen la vida que el Señor quiere para Su iglesia por medio de esta celebración!

Les recomendamos revisar lo que están haciendo, cómo y por qué. En la Palabra tienen lo que necesitan para saber qué hacer. Busquen la forma que mejor trae honra y gloria a Dios, y ustedes harán bien. Tengan cuidado de la levadura de los fariseos. No por poner una ropa religiosa sobre cualquier cosa la hace espiritual. No deben discutir sobre estos asuntos con los hermanos de otras congregaciones, pues rara vez esto trae bendición. Si pueden prestar una ayuda y es aceptada, está muy bien, pero cuidado de no ser arrastrados por la religiosidad engañosa.

La religiosidad es atractiva a la carne, al ego y al orgullo. Ustedes verán con más claridad la verdad de lo que hemos hablado aquí cuando tengan la oportunidad de escuchar a la gente hablar sobre estos asuntos en sus círculos religiosos.

En algún momento que haya una conversación sobre estas cosas con los hermanos de alguna iglesia tradicional-religiosa, ustedes verán que los argumentos usados para apoyar las formas populares no tienen apoyo de la Palabra DENTRO DE SU CONTEXTO. Pero ustedes deben apoyarse solamente en la Palabra. De ella viene la vida verdadera. Si lo hacen así, verán lo que es la iglesia y entenderán con más sabiduría el camino de la Pascua.

Entonces hermanos, sean sabios y humildes. Confíen en el Señor y en Su Palabra. Busquen su función individual como también su función como familia, como congregación. Sean sabios y objetivos, humildes y prudentes, buscando las mejores formas para facilitar la mejor función del cuerpo de creyentes. Si lo hacen de esta manera, harán bien.