REFLEXIONES

QUERIDO PAPÁ, POR FAVOR VUELVE A CASA 

Lo conocí por más de 40 años.  Un hombre muy fuerte, persistente, dedicado, fiel y comprometido.  Un pastor que predicaba más desde sus simples chancletas que de cualquier púlpito o plataforma.  Quizás alguien lo vió llorar alguna vez, pero ahorita no me acuerdo haberlo visto llorar a pesar de haberlo observado envuelto en situaciones sumamente tristes y fuertes.  Era uno de nuestros pastores.  Pero aunque “pastor en la iglesia” su corazón siempre, siempre lo llevaba a la calle, a los hospitales, a los desamparados en los lugares más pobres.  

Era un predicador reconocido, conferencista buscado, pero su anhelo era estar en la calle, en los lugares más oscuros del sector más problemático de la ciudad de Tijuana, México.  Quería ayudar, animar, servir y bendecir a los niños de la calle.  No los quería dejar.  No podía dejarlos.  

 Líderes ministeriales, pastores y otros de varios países le imploraban, rogaban y animaban a dejar la calle y dedicarse los últimos años de su vida a escribir.  Muchos querían tener por escrito la sabiduría de sus décadas de dedicación y experiencia ministerial.  Pero lo resistía.  El pastor siguió sirviendo en esas calles con los niños necesitados hasta el día de su muerte.   Cuando el pastor había muerto, me tocó acomodar y recoger lo poquito que le quedaba en su humilde apartamento.  Fue hasta entonces que entendí.  Quizás no fue algo muy espiritual.  No sé.    

Por algún motivo que desconozco, hoy fui impulsado a abrir la carpeta que contiene una colección de notas escritas por este pastor hace más de 80 años cuando era apenas un pequeño.  Notas escritas por un niño sufriendo la ausencia de su papi, un niño queriendo tener el afecto de un padre, notas de un corazón herido implorando a su papá: “Papá, te amo.  Por favor, vuelve a casa.” 

Gracias a Dios que en Su misericordia convirtió la herida del corazón de este hombre en medicina, amor y servicio en el nombre de Jesús a las multitudes de chicos en las calles de Tijuana, México. 

La REFLEXIÓN para este mes es simplemente para llamar a ustedes los hombres a REFLEXIONAR en cuanto a la necesidad de ser de verdad un hombre, un hombre de Dios.  Dentro como fuera de la comunidad Cristiana hay niños y jóvenes deseando tener la influencia de un hombre de Dios invertida en su vida.   Pienso que cada uno de ustedes leyendo estas líneas pueden hacer algo impactante como fruto de esta reflexión.  Hay muchos muchachos que no tienen padres, o que nunca han tenido uno, y que nunca han conocido el amor de un padre.  Pero hay otros muchachos que tienen su padre, muy cerca de ellos, en la misma casa, pero algunos de estos padres viven como si no tuviera un hijo. 

Hay una breve lectura relacionada que estamos extrayendo del libro Las Lágrimas en el Camino de Mileto en esta ocasión, de las páginas 353-354:  

Hablando con ustedes, los hombres: Hermanos, ustedes deben ser realmente la cabeza del hogar. “Cabeza” no significa “jefe” o “el que manda”, sino, más bien, el que da dirección, el que alimenta a su familia espiritualmente, el que dirige su familia por el buen camino y establece una disciplina en el hogar; el que suple las necesidades esenciales (no los antojos o libertinaje) de cada uno. 

El hombre que no toma la iniciativa para dar dirección espiritual, moral y emocional, además de suplir las necesidades físicas de su hogar, no tendrá ningún ministerio realmente efectivo de largo plazo en ninguna parte. Hermanos, deben ser verdaderamente humildes y buscar la manera de amar bien a sus esposas e hijos. Aunque muchos no fueron criados con este ejemplo, sí pueden aprender a hacerlo con su familia. 
Apliquen los principios dados en la Palabra y verán cambios edificantes tanto en el hogar, como en su vida personal.