La mayoría de ustedes que reciben REFLEXIONES están participando de una u otra manera en alguna obra misionera transcultural. Ya saben que hoy en día es común encontrar iglesias que tienen una perspectiva de la obra misionera dentro de un esquema “de corto plazo”. Algunas no captan lo complicado del trabajo transcultural y todo lo que implica llevar a cabo un discipulado dentro de este contexto.
En esta ocasión, queremos compartir con ustedes una carta escrita recientemente sobre uno de los equipos aquí en México. Damos muchas gracias a Dios por los miembros de este pequeño equipo que han seguido fieles a la tarea.
Apreciado hermano o hermana, también damos muchas GRACIAS A DIOS POR TU VIDA. En el lugar donde estés, queremos animarte a seguir adelante, fiel a la tarea. Dios te bendiga.
Hay ministerios que requieren tiempo, esfuerzo, dedicación y fidelidad de “largo plazo” como “compromiso mínimo inicial” para facilitar las posibilidades de avances significativos eternos. Esto es el caso en muchas de las obras misioneras.
Pero, la actitud, convicción y visión que son necesarias y fundamentales en estas obras misioneras son las mismas cualidades que debemos encontrar en cualquier obrero y ministerio.
La REFLEXIÓN en esta ocasión se relaciona con uno de los equipos misioneros en México, sirviendo entre la etnia Triqui. El reto es para cada uno de nosotros — a seguir FIEL A LA TAREA.
Dios los bendiga.
Rick y Eunice
Hace casi 20 años unos compañeros del ministerio llevaron una vieja casa rodante (motorhome) hacia el valle de San Quintín. La pusieron en un espacio prestado en uno de los asentamientos donde viven muchos migrantes indígenas del sur del país quienes trabajan en los campos de agricultura. Una familia joven de una de nuestras iglesias de Tijuana se mudó con entusiasmo a esa casa rodante, ansiosa por establecer una obra misionera entre los indígenas triquis.
Si esta joven pareja, Eduardo y Verónica, hubiera sabido lo que implicaría ser fiel a la tarea y los desafíos que enfrentarían en los años venideros; el desánimo hubiera sido demasiado abrumador. Durante su capacitación misionera, otros tres candidatos se unieron a ellos para hacer un equipo.
El equipo misionero fue conformado por el matrimonio de Eduardo y Verónica, dos jóvenes solteras, y Miguel Ángel. Hace tantos años atrás, Eduardo, Verónica y una de las señoritas crecieron en el ministerio que tuvimos con los niños de sus generaciones. El enfoque de las misiones transculturales en su juventud había impactado sus vidas. Ahora sus vidas están impactando la eternidad de otros por medio su ministerio transcultural.
Después de los años de entrenamiento misionero, el equipo comenzó el largo y tedioso proceso de aprendizaje y adquisición de la cultura y el idioma. Esta tarea se hizo más desafiante aún debido a la compleja estructura tonal del idioma. Para un visitante, muchas palabras y frases pueden sonar indistinguibles. ¡Pero los tonos en el idioma que muchas veces son casi imperceptibles, hacen una gran diferencia para las personas en lo que se está comunicando y entendiendo!
Han pasado casi dos décadas desde que comenzó todo esto. Con el transcurso del tiempo las señoritas dejaron la obra debido a diferentes circunstancias. Las contribuciones de las dos fueron enormes y eternamente valoradas. Hoy siguen en el trabajo Eduardo, Verónica, y Miguel Ángel. A lo largo de todo este tiempo las iglesias, a pesar de ser de escasos recursos, fielmente han apoyado, orado, animado y ayudado a sus misioneros. Y el equipo, a pesar de haber enfrentado innumerables desafíos, se ha mantenido fiel a la tarea.
Miguel Ángel, Eduardo y Verónica han vivido todo este tiempo entre el pueblo triqui, compartiendo sus alegrías y tristezas, estando con ellos al nacer sus hijos y en los entierros de sus fallecidos. Han sido parte de la comunidad triqui y se han convertido en sus amigos de confianza.
Hoy día están compartiendo la historia de Dios con ellos en su propio contexto tribal. La respuesta hasta ahora ha sido muy limitada y lenta. Pocos han expresado agradecimiento por la fiel dedicación del equipo, por su amor, amistad o por haberles traído el mensaje de vida. Sin embargo, hay un número creciente de interesados.
¡Qué bendición ha sido poder acompañarlos a lo largo de los años y observarlos mantenerse fieles a la tarea! ¡Qué honor verlos ahora discipulando a algunos de estas preciosas vidas triquis en su propio contexto lingüístico y cultural! Hay muy, muy, muy pocos misioneros en nuestro país que han dedicado el tiempo necesario para aprender los idiomas de las etnias que pretenden alcanzar. Estamos profundamente agradecidos a Dios por Miguel Ángel, Eduardo y Verónica y orgullosos de que se hayan mantenido fieles a la tarea.
En este último año, hubo algunos avances significativos en la enseñanza de la Palabra. Debido a las brechas culturales entre las diferentes generaciones triquis y otros factores, el equipo necesitaba enseñar algunos triquis en su propio idioma mientras a otros en español y algunos con una mezcla de los dos idiomas.
Hace poco, algunos manifestaron su comprensión de la historia de Dios, el perdón de sus pecados, sobre el nacer de nuevo y ahora están agradeciendo a Dios por sus vidas transformadas.
Uno de los nuevos creyentes triquis, un hombre mayor de edad dijo: “Todos estos años creí que yo era un hijo de Dios. Creí que al hacer el bien, al creer en Dios, al bautizarme y otras cosas por el estilo; me haría justo delante de Él. Pero ahora entiendo que nunca fui salvo. Si hubiera muerto, hubiera ido al infierno. Ahora que he oído y entendido la historia de Dios, entiendo claramente cómo ser salvo. Hoy soy salvo de mis pecados porque de la misma manera que Dios hizo que un inocente muriera para cubrir a Adán y Eva; Jesús, el verdadero Cordero, murió para cubrir mi pecado. Eso es lo que creo”.
Le invitamos a guardar esta foto de Eduardo, Verónica y Miguel Ángel y seguir orando por ellos así como por el trabajo entre los triquis.
Apreciado y estimado hermano o hermana, gracias por ser parte integral de este equipo y ministerio. Gracias por el apoyo e inspiración que son para cada uno de nosotros.
Le agradecemos por su ánimo que nos impulsa a seguir fiel a la tarea.