A lo largo de esta pandemia, parecería que la abundancia de negatividad, quejas y críticas ha nublado en gran medida el espíritu y la actitud de gratitud que debería caracterizar la vida del Cristiano. Podría resultar saludable para nosotros los pastores y líderes hacer un inventario de nuestro propio estado de gratitud y luego proceder a desafiar, animar y bendecir a aquellos en nuestras iglesias y/o ministerios para que hagan lo mismo.
La semana pasada recibimos una nota de Obed, uno de los pastores de Panamá y miembro de este equipo junto con ustedes. Obed escribió lo siguiente relacionado con la gratitud:
“Gracias a Dios nos encontramos bien de salud y tenemos fuerzas en nuestro cuerpo para seguir adelante. El Señor Jesús nos acompaña fielmente como lo ha prometido a Sus hijos y nos fortalece con alegría y ánimo en Él. Queremos compartir con ustedes que durante estos años de pandemia, Dios nos ha abierto muchas puertas para comunicar el Mensaje y ya terminando este año estamos muy contentos de ver el resultado de la Palabra de Dios en la vida de las personas. Nosotros también hemos sido grandemente bendecidos al entender que no importa las circunstancias en la que nos encontremos. Lo que el Señor quiere es que nosotros avancemos en lo que Él ya nos ha revelado. Los queremos animar con este texto bíblico: Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio (2 Timoteo 1:7) “.
Querido y apreciado hermano y consiervo, gracias por el servicio y trabajo que estás prestando a favor de otros. Gracias por invertir en las vidas y en la eternidad de las demás personas. En este tiempo de “pandemia” se requiere enfoque, responsabilidad, autodisciplina, creatividad, persistencia y dedicación para seguir siendo fructífero, productivo y así edificar en los propósitos eternos de Dios. ¡Además, para todo líder en la obra de Dios, también se requiere una actitud de gratitud en medio de la negatividad!
En esta REFLEXIÓN, compartimos con ustedes unas palabras sobre la gratitud sacadas del libro Las Lágrimas en el Camino de Mileto, páginas 143-144.
Gracias a Dios por los que han invertido en nosotros
Gracias a Dios por los hermanos que nos han enseñado, por nuestros discipuladores y ovejeros. Gracias a Dios por estos hombres y mujeres que, por mucho tiempo, nos han apoyado en nuestro crecimiento personal y en el ministerio. Qué bendición han sido quienes por años han orado por nosotros, que con amor se nos han acercado para corregirnos, para pedirnos cuentas de nuestras vidas personales. Es un honor, una bendición y un privilegio tener hermanos que se preocupan por nosotros y que nos extienden la mano para ayudarnos, aconsejarnos, apoyarnos y animarnos. Sólo un hombre ignorante, orgulloso, independiente y egoísta rehusará una cobertura tan valiosa, aunque la misma nos pueda incomodar a veces.
Debemos ser personas conscientes de los demás, interesados en ellos, preocupados lo suficiente para involucrarnos en sus vidas. A la vez debemos estar abiertos y receptivos a los que puedan llegar a nuestras vidas. ¡Demos gracias a Dios por los hermanos conscientes de nosotros, interesados o preocupados por nuestro bienestar! Cuando los hermanos ministran a nuestras vidas, estemos de acuerdo o no con sus perspectivas, amonestaciones, instrucción o consejo, siempre, SIEMPRE, podremos aprender grandes y valiosas lecciones de ellos para nuestras vidas.
Ustedes que están en posiciones de liderazgo, esa dinámica es esencial para sus vidas. Ustedes que se entregan para realmente hacer un buen servicio en el liderazgo, tendrán grandes retos y también tendrán necesidad de hermanos invirtiendo en sus propias vidas, ayudándoles con sus perspectivas, pidiéndoles cuentas de sus vidas personales, etc. para ver que sigan desarrollándose con humildad, rectitud e integridad en todo. Si no tienen en sus vidas hermanos que les confronten, que les busquen para “hacerles preguntas personales” y que les pidan cuentas de sus vidas, ustedes deben buscarlos. El que se queda aislado, terminará con problemas en su vida personal y ministerio, y en un momento de necesidad estará solo.
Ricardo y Eunice.